jueves, 23 de diciembre de 2010

Maslow y la sociedad actual

Recientemente, he visto un video de Ferrán Adriá en el que explicaba como cocinar con nitrógeno. A pesar de estar en tiempos de crisis y el nivel de paro que hay en España, he pensado que la sociedad occidental, por así llamarla, está a un nivel muy elevado en la pirámide motivacional de Maslow. Solo así se explica que juguemos con la comida de esa manera, nuestras necesidades básicas están cubiertas, o al menos lo estaban.

Pirámide de Maslow: jerarquía de necesidades. 

Según la teoría de Maslow, tenemos que cubrir las necesidades más básicas, para ir aspirando a nuevas metas, hasta llegar a la cúspide de la pirámide, la autorrealización. Llegaremos a la cima de nuestra “humanidad”, si el resto de las necesidades están cubiertas. Hasta que esto no sea así no aspiraremos a más, utilizamos nuestros recursos en cubrirlas. En la sociedad del bienestar lo vemos claramente. El consumismo está muy relacionado con ello, no tenemos que preocuparnos de otra cosa, la luz llega a nuestras casas, tenemos calefacción, “no podemos vivir sin aire acondicionado” etc… Por eso nos impacta más la crisis actual: “cómo es posible que me haya podido dedicar a cubrir caprichos y ahora, de golpe, no puedo”, podríamos pensar.

Además, mantener esta situación durante un tiempo prolongado, años en este caso, crea hábitos. Estos se aprenden y llega un momento en el que necesitan poca implicación de la razón, de la consciencia, los realizo por costumbre y los continúo realizando en las situaciones que he aprendido a desarrollarlos. En este caso el problema radica en que estos patrones de acción aprendidos se resisten al cambio (lo aprendido tiene de positivo que se puede cambiar y de negativo que el cambio cuesta esfuerzo) y si no los puedo llevar a término generan malestar. Ante el malestar tenemos dos opciones: o actuamos ante ello con quejas y rabia, con lo que perpetuamos el malestar o lo vemos como una oportunidad de cambio y utilizamos estrategias adecuadas para ser más flexibles y ajustarnos a la situación actual. Lo bueno es que está en nuestra mano decidir y actuar, lo malo es que no es tan sencillo, son hábitos, y debemos tener fuerza.

En definitiva, el nitrógeno de Adriá, ahora más que nunca, nos puede parecer una boutade, pero hemos vivido una situación en la que la creatividad podía campar a sus anchas porque no teníamos otras “preocupaciones”. Ahora, la creatividad tiene que aparecer para ayudarnos a enfrentarnos a estas situaciones y resolverlas con éxito.

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